jueves, 21 de febrero de 2013

Tranquilo maestro.







Imaginémonos la escena: habitación de hospital, varios enfermos, graves o no, da igual. Tiritando. A su lado, familiares cabizbajos. Tiritando. Todo quisqui tiritando. Hilíllos de voz rompen el silencio suplicando  un poco de agua. Los acompañantes, impotentes, acaban marchándose.

Uno de ellos, la mujer a la que le había salido un hijo de las entrañas, palabras textuales, después de tres años en el paro , parece ser que le salió, esa vez, un trabajo. Y corre a su casa a vestirse del "modisto de la muerte "de turno para ir a recoger un dudosamente concedido premio. 

Tranquilo maestro, que esta pandilla de mediocres nos lo ha puesto en bandeja, han pisado la fina linea que separa la decencia del esperpento sociata y van a rodar cabezas. Por cierto, hablando de cabezas, con que derecho se han apropiado estos desgarramantas de su ilustre figura? ¿ Han pasado por caja?

Yo me quedo con la brillante interpretación de si misma que hizo la genial, la maravillosa , la camaleónica Concha Velasco. Y en otro orden de cosas, tambien me quedo con la esperanza de que se retire hasta el último céntimo de subvención a estos holgazanes. Las mujeres, los niños, las mantas y el agua , primero.  

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