Hola, me presento, yo soy a quien Gabá y su hermana llaman LA NUESTRA, LA JEFA, o simplemente, ELLA.Yo soy la persona que les trajo de las antípodas. Soy la afortunada que convive con este sátiro de las letras. Gabá nos desprecia, sí, ya sé, yo soy una excepción, pero cuando leáis su Decálogo de Palabras Prohibidas, entenderéis su amargura.
Tardaron un tiempo en hacerse a su nueva casa y al entorno. Y de la noche a la mañana descubrí que Gabá se había puesto manos a la obra y con una imaginación desbordante estaba organizando la Fundación Happy Happy, con sus controvertidos estatutos de obligado cumplimiento para todos aquellos que vivimos en la Urbi, la urbanización y que tenemos mascotas. También nos ha puesto una cuota pues quiere que se construya lo que él llama La Reserva,una monada de parque con casetitas para cuando se hagan viejitos y quieran vivir a su aire.
Gracias a su sorprendente afición a escribir, se ha colado en un periódico local que publica sus artículos semanalmente a modo de diario. En él le cuenta a su madre su ajetreada vida, desde una perspectiva absolutamente peculiar.
Es un filósofo, un crítico mordaz, muy observador, un caso único.Actualmente está apartado de la redacción por su última entrega, la vida en un piso, a mí personalmente me encantó, pero la editorial es la editorial. Sospecho que no va a ser la única vez que esto ocurra, hay por aquí unos borradores que no tienen desperdicio.
Tiene adoración por su mami y es a ella a quien está dedicado su diario. No se han vuelto a ver desde la adopción.